Por Federico Hirsch
Haciendo caso omiso de la opinión de algunos correligionarios sobre la preferencia de no aludir al asunto, creo conveniente recordar algunas cosas sobre el tema, puesto que la Unión Cívica Radical nada tiene para esconder de la historia en estos sucesos.
Producida la sentencia condenatoria a la Junta Militar se sucedían necesariamente imputaciones a estamentos inferiores de las tres fuerzas. Las presiones militares de entonces, si bien tenían el injusto rostro de un reclamo a la Democracia por la cuestión Malvinas, escondía sin mas, la necesidad de entorpecer los procedimientos derivados de la primera condena. En definitiva, los despreciables personajes capaces de torturar a un ser humano no encontraron mas remedio que ampararse en las armas disponibles y a su inmediato alcance; contando con una tenue compromiso leal a las instituciones de los militares a cargo (al menos los mas encumbrados) Alfonsín comprende desde un momento inicial, lo que ya parecía inminente. El alzamiento era alzamiento y no otra cosa. La sedición sucede prácticamente en todas las Unidades armadas del país. Esta vez la sociedad se moviliza, quizás entendiendo otras realidades puestas a la luz en los horrores testimoniados en el Juicio. Los Partidos políticos respaldan a los poderes constituidos, aunque no es del todo correcto olvidar que Aldo Rico continuó su carrera política en un Partido, el mismo del oficialismo actual.
Si fuere como la mayoría sostiene que esas leyes fueron sacadas a punta de pistola (mal llamadas, aún desde lo técnico “del perdón”) sucede que (en mi individual opinión), no puede haber un desconcatenamiento político, histórico, sociológico ni jurídico entre el Juicio, aquellos hechos y los actuales juicios por la verdad y la justicia. Derogación previa de leyes, dadas en situaciones incomparables, puesto que son estratégicamente incomparables los poderes públicos en los que se suceden Punto Final, Obediencia Debida e Indulto; (este último firmado también por un Presidente del actual partido oficial, que a fuerza de hechos comprobables nunca quiso juzgar a los golpistas del 76; indulto prolongado a Jefes Montoneros.) Contrariamente a lo que sostiene hoy la propaganda y los sectores infantilmente funcionales a la misma, el Ex Presidente Alfonsín no se opuso a las derogaciones que permitieron reiniciar la acción de la justicia. Eso explica diferencias sustanciales entre hacer demagogia con el dolor ajeno y comprender los cambios neurálgicos para que la Democracia de otro paso, subsanando en cuanto se pueda los daños irreparados de la dictadura. Implica un contraste: una cosa es actuar con sentido de futuro y justicia y otra con un tinte publicitario, sentido de presente absoluto y uso de una cuestión de Estado como bandera de clanes; más allá del admirable trabajo de los jueces actuales y de la incansable lucha de las personas lastimadas en su individualidad.
Entiendo que muy poco de la Justicia de hoy hubiera sido posible sin los valientes en incomparables pasos iniciales de 1985 y la salida política al alzamiento de 1987. Creo que el Ex Presidente afirmó en alguna oportunidad que no se podían arriesgar los DD. HH. del futuro, por una excluyente mirada en el presente. Quizás se podría entender que estuvo en riesgo Democracia en aquellos días. Y en la frase tan criticada “la casa está en orden y no hay sangre en la Argentina” una invitación a la paz y a la justicia posible en el futuro, denegando toda concesión a la violencia y después de anunciar que iría “personalmente” a Campo de Mayo y de pedirle a todos los Argentinos que esperaran en Plaza de mayo. Volvió a hacerse presente donde estaba el peligro y exigió (y logró) dialogar con las armas depuestas. Hay una correcta explicación de esos sucesos en los libros “Alfonsín Responde” (con preguntas de periodistas) y “Memoria Política”, claves para que quien quiera generarse una mas pormenorizada opinión pueda hacerlo. Mi recuerdo de aquel los días es la de una Legislatura Provincial con gente pernoctando en ella, donde me llevara mi padre, y una resolución tensa y pacífica en el momento final. Una cosa es construir la historia con cimientos comunes y otra elaborarla con relatos de parcialidad. Lo construido en común perdura, lo elaborado entre pocos tiene fecha de vencimiento. Si dichas leyes fueron pensadas de antemano para seguir procurando construir Democracia Política evitando mas sobresaltos al Estado, sería parte de una discusión mas prolongada.
Federico Hirsch es Licenciado en Ciencia Política y Magister en Administración Pública (Universidad Nacional de Córdoba). Egresado con Mención Especial de la Escuela Nacional de Gobierno (INAP).
miércoles, 4 de abril de 2012
SEMANA SANTA DE 1987
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