jueves, 22 de marzo de 2012

A 70 años de su muerte, nuestro homenaje a Marcelo de Alvear

A 70 años de su muerte, el Comité Provincial de la Unión Cívica Radical de Entre Ríos rinde homenaje a la memoria de Marcelo de Alvear.
Para recordar su trayectoria ejemplar de conducta y de doctrina radical, evocamos su vida y su obra de la mano de la reseña biográfica publicada en el Diccionario Biográfico Nacional de la UCR de Enrique Pereira.

ALVEAR, Dr. Marcelo Torcuato de (1868-1942) Máximo Marcelo Torcuato del Corazón de Jesús de Alvear (tal su nombre completo) nació el 4 de octubre de 1868 en la ciudad de Buenos Aires, donde falleció el 22 de marzo de 1942.
Sin lugar a dudas Alvear fue uno de las figuras excepcionales de la Unión Cívica Radical, en la que estuvo siendo muy joven, desde antes del nacimiento del Partido, cuando todavía era la Unión Cívica, sin el fundamental aditamento que le dio nombre de pueblo, en los cantones del ’90, hasta el día de su muerte más de medio siglo después.
Durante los años de esa “larga marcha” hacia la conquista de la soberanía popular, Alvear estuvo siempre en primera línea, intransigente con el régimen, corajudo hasta la temeridad.
Participó, por cierto, de las revoluciones de 1890 y 1893. En los episodios de 1893 Alvear fue uno de los fugaces ministros del gobierno revolucionario de la provincia de Buenos Aires encabezado por Juan Carlos Belgrano.
Pero, al igual que con Alem, Yrigoyen y tantos otros, resulta imposible abarcar en pocos párrafos una vida tan trascendente. Millonario empobrecido por su acción cívica, aristócrata que enfrentó a su clase, incluso a su familia, que veía en él a una “oveja negra” por su militancia radical, junto a la “chusma”, dura aún la polémica sobre su conducción del Radicalismo durante la década infame.
Episodio demostrativo de su fortaleza moral es el de su asedio y casamiento con Regina Pacini, por entonces una de las más famosas cantantes líricas del mundo, nacida en Portugal de padre italiano y madre española. Alvear se enamora en Buenos Aires de la artista y tanto aquí como en Madrid, Lisboa y otras ciudades europeas la llena de atenciones, hasta que deciden casarse, en 1907. La alta clase a la que pertenecía el futuro Presidente pone el grito en el cielo, volviéndole la espalda hasta sus familiares más cercanos, incluso su hermano, su cuñada. El colmo del atrevimiento se consuma cuando con mas de quinientas firmas del “patriciado argentino”, le hacen llegar un telegrama a Lisboa instándole a que rompa el compromiso, por cierto que sin lograr torcer la voluntad y la palabra del político radical, hombre de inmensa fortuna. Así, en una hora absurda para la época, a las siete de la mañana, vestido como un policía portugués, Marcelo de Alvear une su vida, hasta su fallecimiento, con doña Regina Pacini, cuyo “delito” era ser una artista, una mujer absolutamente honrada, demostrando la aristocracia con cercano olor a inmigración que era más cerril, prejuiciosa y discriminatoria que la propia realiza europea, que recibió sinceramente a la pareja (1).

Integró la primera bancada de diputados nacionales de la Unión Cívica Radical, a partir de la sanción de la ley Sáenz Peña (1912/1916), resultando electo nuevamente en 1916. Renunció a este mandato el 24 de noviembre de ese año, para cumplir con el cometido de representar a la Nación en Francia, encomendado por el presidente Yrigoyen

¿Cuáles fueron las razones por las que Yrigoyen escogió a Alvear para la candidatura presidencial? Alen Lascano estima que “La elección de Alvear respondía al sentido caballeresco de la amistad y la consecuencia política propias del introvertido espíritu yrigoyeniano. Marcelo fue de los escasos ‘niños bien’ del 90 que se apartaron del Régimen e ingresaron al radicalismo, dividida la Unión Cívica, para ocupar la Secretaría del Comité Nacional presidido por Leandro Alem en 1891. Acompañó a Hipólito Yrigoyen en la revolución de 1893 y tomado el gobierno de Buenos aires ocupó el ministerio de Obras Públicas del gobierno provisorio presidido por el Dr. Juan Carlos Belgrano. Muerto Alem, en la crisis de 1897 estuvo junto a Yrigoyen en el Comité de la Provincia de Buenos Aires que resolvió su autodisolución contra el ‘acuerdo’ con los hombres del Régimen a pretexto de evitar la segunda presidencia del Gral. Roca. ‘Sólo los partidos que no tienen más objetivo que el éxito aplauden a benefactores que los acercan al poder a costa de sus propios ideales.’”
“Ese era el Marcelo a quien Yrigoyen designara padrino al retar a duelo a Carlos Pellegrini en agosto de 1895…Y al cual vuelve a recurrir cuando Lisandro de la Torre renuncia al radicalismo en setiembre de 1897, disconforme porque no se acepta su política de ‘las paralelas’ para actuar junto a los partidos del Régimen, acusando a Yrigoyen del fracaso coalicionista… No podría tampoco olvidar el Caudillo el amigo en cuyo estudio de la calle Florida se reunían para conspirar en la revolución de 1905, y el generoso sustento de la fortuna, puesta sin medida al servicio partidario…” (2)

En las elecciones presidenciales los resultados fueron los siguientes: Unión Cívica Radical (Marcelo T. de Alvear – Elpidio González): 458.457 votos; Concentración Nacional –conservadores- (Norberto Piñero – Rafael Nuñez) 200.080 sufragios; Partido Demócrata Progresista (Carlos Ibarguren – Francisco Correa) 73.222 votos; Unión Cívica Radical Principista (Miguel M. Laurencena – Carlos F. Melo) 18.435 votos; Partido Socialista (Nicolás Repetto – Antonio de Tomaso) 73.286 votos. La fórmula radical superó el 50% del total de los votos emitidos.
Casi nadie discute ya la dimensión de lo que significó para el país su presidencia, a la que accedió siendo embajador en Francia, por sugerencia de Yrigoyen.

Por cierto que no participó en la campaña electoral, dado que continuó su labor en Europa. Sus actos de gobierno tuvieron un hondo sentido progresista (recordemos, por ejemplo, que fue Alvear quien designó a Enrique Mosconi al frente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, durante cuyo mandato se construyó la destilería de La Plata y que fue quien propuso a Monseñor Miguel de Andrea como arzobispo de Buenos Aires, suscitándose un largo entredicho con el Vaticano (como Estado), acorde a una clara orientación radical. La más amplia libertad, como en todo los gobiernos radicales, imperó en la nación.(3)

Es verdad que fue durante su presidencia que se divide la Unión Cívica Radical, lo que se concreta en 1924.. Pero no es menos cierto que no cedió ante las tremendas presiones para que hiciese fraude o interviniese la provincia de Buenos Aires, gobernada por el Dr. Valentín Vergara, que se mantuvo leal a la Unión Cívica Radical.
El “antipersonalismo” se articuló durante la presidencia de Alvear, pero no es correcto afirmar que la gran mayoría de los que integraron la facción radical antipersonalista respondían al presidente Alvear, sino que es más razonable advertir que, dejándose llevar de su enojo con Yrigoyen, fueron fáciles instrumentos de las manipulaciones de los sectores del conservadurismo que ansiaban volver, por cualquier medio, al goce del poder, como sin escrúpulos lo habían hecho durante largos años.
La actitud de Alvear puede en justicia calificarse de neutral en este absurdo y muy nefasto conflicto y se sintetiza en esta expresión suya “El que hace política desde el gobierno, hace mal gobierno y mala política”.
Dentro de los planes de la derecha conservadora argentina, a la que –lamentablemente- se unió un grupo significativo de radicales estaba como punto prioritario convencer al Presidente Alvear para que, forzando la Constitución Nacional, interviniese el gobierno de la provincia Buenos Aires.
La primera intentona fue en 1925. Al negarse Alvear a cometer semejante ilegalidad, renunció el ministro del Interior, Dr. Vicente Gallo, (que años más tarde sirvió directamente al Régimen fraudulento) quien pretendió tratar prepotentemente nada menos que una persona tan puntilloso de su honor como era el presidente.
Sobre este hecho específico, el historiador Alen Lascano expresa lo siguiente: “Pasaron los meses en el trajín de intervencionistas y antiintervencionistas. Los unos dominaban el Senado y los otros, la cámara joven. Detrás de los primeros movía sus intereses Gallo; y contra la intervención desplegaba sus artes Yrigoyen. Alvear, en medio del duelo, dejó trascender a la prensa que la intervención no iría. Se resistía a echar por la borda su corazoncito radical y entregar la provincia a los conservadores…’El ministro se vio obligado a preguntar al presidente la exactitud de la versión –cuenta Del Mazo- y el doctor Alvear, ya recobrado en este problema, le contestó que, efectivamente, esa era su decisión.”
Agrega el autor citado que “El ministro Gallo quedo al descubierto y casi desautorizado en su política. Debió renunciar el 27 de julio de 1925, patentizando su discrepancia, ‘por la forma y oportunidad de encarar y conducir la situación institucional y política a que se vincula la situación de la provincia de Buenos Aires’. Si el texto cayó como una bomba, las consecuencias de la dimisión, urdidas por Gallo y Le Breton, apuntaban a socavar al mismo Alvear con una verdadera crisis gubernativa. Los ministros presentaron la renuncia colectiva del gabinete en una acto sorpresivo para el mismo Alvear, quien pidió explicaciones personales a cada uno por esa conjura palaciega.”

“Resultaba el presidente víctima de su tesis. Los ministros debían solidaridad al renunciante Gallo, y no al primer magistrado. Todavía tuvo Le Breton la osadía de explicarlo en una borrascosa sesión de gabinete, y decir que la crisis se motivaba en el ‘cambio de rumbo a la política”. Pudo saberse así de donde provenía la conjura: del mismo despacho de agricultura, convertido en cuartel general de los amigos del ex ministro Gallo.”

“A las dimisiones ministeriales se sumaban las del vicepresidente del senado, Leopoldo Melo, y de la mesa directiva de la cámara de diputados, lo cual trajo la indispensable reacción de Alvear que despidió a Le Breton con cajas destempladas. El 1º de setiembre renunció el ministro de Agricultura, desairado y ofendido, mientras el resto del ministerio volvía grupas decidido a conservarse al lado de Alvear.”
El nuevo ministro del Interior fue el joven médico de 39 años José P. Tamborini, que pese a su adscripción antipersonalista “…era un puente de plata para quienes creían en la unidad radical, razón por la cual no fue bombardeado por el yrigoyenismo, y, al contrario, muchos legisladores genuflexos concurrieron a dar visos de tregua a su asunción, haciéndose presentes en el acto oficial el 5 de agosto de 1925.”
Dos años más tarde, los “antipersonalistas” apremiaban al titular del Poder Ejecutivo en igual sentido. Uno de los más pertinaces en el ruego era el propio Leopoldo Melo, candidato de la Confederación de Derechas a la presidencia de la nación.
Seguramente fastidiado por tanta torpeza y mala intención, Marcelo T. de Alvear “…había dejado de sonreír; enfrente, el doctor Leopoldo Melo afilaba con angustiosa insistencia su dialéctica. El propio Alvear me relató la escena. Al fin éste resumió el asunto: Vea, amigo Melo: para intervenir Buenos Aires tengo que estar decidido a realizar un acto verdaderamente dictatorial, puesto que ninguna razón legal puede justificar esa medida. Bueno: no cometería semejante acto ni siquiera en mi propio beneficio; mucho menos estoy dispuesto a hacerlo a favor de usted. No, definitivamente, dejemos la intervención a un lado. Salga a la calle y luche con sus propias fuerzas y gane en buena hora, si puede. Buenas tardes.”
Producido el golpe de 1930 y pese haber estado confundido en un primer instante,2 Alvear deja la comodidad de su retiro parisino y con entusiasmo y devoción se dispone a liderar, por indicación expresa de don Hipólito Yrigoyen, la reorganización de la Unión Cívica Radical en todo el país. (“¡Hay que rodear a Marcelo!!”, ordenó el Presidente constitucional, depuesto por los totalitarios).
Eso provocó el veto a su candidatura por parte del despotismo, y le acarreó fraude, exilio y cárcel.
Alvear se enfrenta tajantemente con la dictadura. Defiende mil causas nobles.
Mientras los conservadores –o muchos de ellos, por lo menos miraban con simpatía al fascismo e ideologías similares, Alvear –presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical- advierte los peligros del totalitarismo y obra en consecuencia. Tan clara es su postura, que al igual que la de todo el Radicalismo, se declara a favor de la II República Española y en contra del nazifascismo en los tiempos en que algunos “progresistas” de años posteriores y cómodas luchas verbales a distancia de los hechos (entre ellos el célebre escritor Julio Cortázar) exaltaban la figura execrable de Francisco Franco y se movilizaban a favor del genocida español.
Alvear es nuevamente elegido candidato a la presidencia de la Nación, poco antes de finalizar su fraudulento mandato el general Agustín P. Justo, en 1938. El ex gobernador de Santa Fe doctor Enrique Mosca fue su compañero de fórmula.
Alvear recorrió el país en una agotadora campaña, peleando contra todo el aparato estatal, enfrentando las peligrosas actividades del conservadurismo, que apeló a todos los medios, incluso el asesinato, como en Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza.
El fraude que encaramó al ex radical Roberto M. Ortíz y cuasi fascista Ramón S. Castillo en el poder fue antológico. No quedó estafa electoral por realizar ni artimaña o delito por cometer.
El radicalismo, el pueblo todo, fue robado en su voluntad. El Correo Nacional, las policías bravas, el soborno y la pistola eran los argumentos y los instrumentos del Partido Demócrata Nacional para aferrarse al poder.
De ese tiempo, tan representativa de la bien llamada “década infame” es la desvergonzada confesión del diputado nacional conservador y presidente del Jockey Club de La Plata Uberto F. Vignart: “Bendito sea el fraude.”
La Justicia, mejor dicho el complaciente remedo de la Justicia, era sorda, ciega y muda frente al fraude. Incluso hubo magistrados que era cómplices activos e imprescindibles, como el que por entonces fungía de juez federal de Paraná. De apellido Madariaga. En 1939 la Cámara de Diputados de la Nación fue escenario de uno de los debates más reveladores de la terrible corrupción del poder.
Alvear, tras el atraco, continuó en su bastión de lucha al frente del Partido, sin desmayos, sin claudicaciones. Siguió en su puesto, en la Presidencia del Comité Nacional, peleando contra el fraude, con la certeza de que prosiguiendo la vieja tarea, más temprano que tarde, se abriría nuevamente el camino a la libertad ciudadana.
Diversos autores han analizado la trayectoria de Alvear o parte de ella, como Félix Luna (“Alvear, las luchas populares en la década del 30”, Schapire Editor, Bs. As., 1975), Francisco Loyúdice (“Alvear, un político de cuna y de raza”, Edición del Círculo Italiano y Fundación Marcelo T. de Alvear, Bs. As., 1993), Ovidio Lagos (“La pasión de un aristócrata”, Editorial EMECE, Bs. As., 1993), Beatriz Alonso (“La Presidencia de Alvear”, Centro Editor de América Latina. Bs. As., 1983), Francisco A. Barroetaveña (El gobierno del Dr. Alvear”, Bs. As., 1923), etc. Pero, sin lugar a dudas, quien quiera estudiarlo en un aspecto tan representativo de su vida como el de su gobierno debe acudir necesariamente a los nueve tomos de la obra “Presidencia Alvear 1922-1928)”, editada a partir de 1928 en Buenos Aires e impresa en los Talleres Gráficos de Gerónimo Pesce.
Más allá, entonces de las interpretaciones que puedan darse al ejercicio de la conducción partidaria, quedan salvados tanto su gobierno, como su sentido de la lealtad a la democracia, al servicio de su pueblo y la honradez de su conducta.
Y, como colofón, a una síntesis difícil, debe recordarse que los argentinos “...en 1924 recibimos la vista del Príncipe de Gales, del príncipe Humberto (de Italia NdA) y del Maharajá de Kapurtala. El presupuesto para los gastos era del 150.000 pesos. Se gastaron 650.000. Cuando el entonces ministro de Hacienda, doctor Molina, le presentó el problema al doctor Alvear pidiéndole a que partida adjudicaba los 500.000 pesos de déficit, la repuesta fue inmediata: sacó su libreta de cheques y emitió uno por la suma indicada. Durante la década infame fue el ex presidente que más oprobios, encarcelamientos y persecuciones sufrió de los conservadores que estuvieron en el poder.”

NOTAS SOBRE ALVEAR
(1) S/ M.T. de Alvear y su noviazgo y casamiento con Da. Regina, cfr “La pasión de un aristócrata, Regina Pacini y Marcelo T.de Alvear”, de Ovidio Lagos, Editorial Emecé, Bs. As., 1993, passim. Específicamente el episodio del grotesco telegrama, cfr. págs. 116/117.

(2) S/ M. T. de Alvear: Luis C. Alen Lascano: “Yrigoyenismo y antipersonalismo”, Centro Editor de América Latina, Colección Biblioteca Política Argentina, Buenos aires, 1986, págs. 11/12.

(3) S/ Marcelo T. de Alvear, Artículo del Presidente de la Fundación Arturo Illía, Arturo Calleja, difundido por interner el 23 de marzo de 2007 “FUNDACIÓN ARTURO ILLIA PARA LA DEMOCRACIA Y LA PAZ Recuerdos del ex Presidente Marcelo T. de Alvear con motivo de cumplirse 65 años desde su desaparición, acaecidael 22 de marzo de 1942. “Uruguayos y argentinos tenemos un origen común, nos hemos estremecido por idénticos ideales y hemos luchado por idénticos principios y finalidades. La patria la constituye la nacionalidad; posee fronteras bien definidas y marcadas, pero, además de ello,, la patria tiene fronteras de sentimientos, de ideales, de aspiraciones, que pueden hacer una patria común para hombres de diferentes patrias” (Marcelo T. de Alvear) “MARCELO ES RADICAL” (Hipólito Yrigoyen)”
Es importante recordar a una personalidad como Marcelo T. de Alvear; pero lo es más en momentos en que privan en la República aires de autoritarismo iletrado, incompetencia, conductas falaces generalizadas en un progresismo verbal utilizado para avalar el afianzamiento del neoliberalismo implantado en la década de los 90´, niveles de corrupción superiores a los del justicialismo menemista, pero más descarados que, como decía Leandro N. Alem “vienen de las más altas esferas” y, además, un Partido Radical que, al mismo tiempo que se aleja cada vez más de su ideología progresista, se ofrece por intermedio de sus actuales autoridades al grupo encabezado por un neoliberal vergonzoso, que se postula como gerente confiable y prolijo del modelo económico y social vigente.

Si alguna duda hubiera sobre el radicalismo de Alvear, la frase que en numerosas oportunidades pronunció Yrigoyen y que encabeza este trabajo es lo suficiente valedero como para terminar con las críticas que recibe, especialmente porque lo hizo en momentos de gran trascendencia: al apoyarlo para sucederlo y también para dirigir al partido después del golpe del 30´. Y en ambas oportunidades no fracasó. Tratar de descalificarlo por sus orígenes sociales no admite ni la más mínima coincidencia con la realidad que su vida pública nos muestra: revolucionario radical, ejemplar presidente, padre del desarrollo de YPF, exiliado y preso político. Carlos Alconada Aramburú rechazaba las críticas a Alvear provenientes de algunos sectores del justicialismo diciendo “que no es más popular el que menos se baña”.
“No pretendo historiar íntegramente la vida de Alvear, pero si destacar algunos hechos y posiciones en temas que se trasladan hasta el presente, como lo son los relacionados con los derechos humanos y la corrupción. Pero era el de Alvear un radicalismo progresista, al que se entregó en los turbulentos tiempos de creación de la UCR, acompañando a Alem y a Yrigoyen y mantuvo en todas sus gestiones. De estas señalaré la que considero más importante, referida a YPF, y trascribiré una parte de su carta del exilio al que es condenado por la dictadura de Uriburu a causa del movimiento revolucionario de julio de 1931 encabezado por el Coronel Gregorio Pomar, donde denuncia la corrupción y las torturas. Sobre éstas, cabe recordar que fueron aquellos radicales quienes sufrieron en sus cuerpos la inauguración del invento importado por Uriburu de los EEUU llamado picana eléctrica, posteriormente mejorado en los gobiernos de Perón, por el Tte. Cnel Jorge Osinde y aplicado a otra generación de radicales; en aquella época también eran sometidos a persecuciones, deportaciones internas y externas, encarcelamientos e incluso fusilamientos. Posteriormente, la candidatura de Alvear fue vetada, y este hecho lo convierte en el primer proscripto de nuestra historia política; era acompañado en la fórmula Adolfo Güemes, otro gran defensor del petróleo nacional en su gestión como gobernador salteño y su enfrentamiento con la Stándard Oil.”
“Sostiene Alvear en su carta de despedida;

“Conciudadanos:

“Una orden del gobierno provisional me obliga a abandonar el territorio de la República. No descenderé a discutir sus fundamentos porque no merece tal honra la arbitrariedad”

“La ética de las autoridades que se declaran revolucionarias, investiga en forma detonante los pequeños hurtos de la administración; pero considera legítimo el hurto de hecho, ante la faz del mundo, de toda la voluntad de un pueblo, expresada en urnas indiscutibles, como ha ocurrido en el primer estado argentino”

“Por primera vez en la historia nacional. Se oye hablar de espantosas torturas medievales, aplicadas con entonación tenebrosa”

“He de repetir que compadezco a los que no saben mantener ese reposo y esa serenidad que es la dignidad del gobierno”

En el tema petrolero es indiscutida la figura de Enrique Mosconi, pero éste no hubiese cumplir su genial gesta ypefeana de no contar con el apoyo y en algunos casos, la guía de Alvear, sin olvidar la importancia que tuvo su primer Ministro de Agricultura, Tomás Le Bretón, quien fuera Embajador de Yrigoyen en los EEUU y por ello profundo conocedor de los vericuetos del mercado petrolero norteamericano y de las relaciones políticas internacionales.

Recordemos que en 1907 el país estaba dividido en provincias y territorios nacionales; regía el Código de Minería de Roca y Avellaneda que otorgaba el dominio minero originario y también el útil a las provincias y prhibía la actuación del Estado, y también tenía vigencia la Ley de Tierras. Era una República despoblada –especialmente en la Patagonia- y desintegrada, subordinada e integrada económicamente al Imperio Británico, bajo la política conocida como de “dependencia complementaria”: Argentina vendía productos del agro e Inglaterra nos proveía bienes industriales. Bajo ese modelo, los únicos sistemas integrados, mayoritariamente privados, eran los ferrocarriles y los puertos, mientras que los servicios públicos de las ciudades más importantes estaban en manos de concesionarios extranjeros; los combustibles eran casi totalmente importados de Gran Bretaña. Era grande el grado de pobreza y consiguientemente la concentración ostentosa de la riqueza. El único sistema integrado con sentido nacional y liberador era el educativo, inspirado en Sarmiento”
Descubierto el petróleo en 1907 comenzó a gestarse una ideología nacional y un concepto estratégico en su consideración política y económica. El mismo Figueroa Alcorta reservó zonas para la explotación exclusiva por parte del Estado Nacional y Roque Saenz Peña creó la Dirección Nacional del Petróleo de Comodoro Rivadavia, que fue la antecesora de YPF. Al igual que hoy, eran los Estados Provinciales los aliados serviles de las multinacionales del petróleo, tales como la Standard Oil, la Shell, la Anglo Persian, la Gula, etc. Las fuerzas armadas, en especial la Marina eran firmes partidarios de la explotación de los yacimientos de Comodoro Rivadavia por parte de la Nación.

Fue Yrigoyen quien comenzó a definir una política petrolera con profundo sentido nacional, en base a considerar que solamente debía ser explotado por la Nación, que no debía exportarse sino usarse como combustible para las industrias nacionales, que la autonomía de las provincias no pertenece a sus gobiernos sino a sus pueblos. Como dice Ricardo Rojas, era conciente de que se trataba de una materia prima-poder y que le resultaba necesario disponer de las riquezas que mediante su explotación se generaban para llevar a cabo sus política de bienestar e independencia, ya que estimaba que la democracia política no era completa si un existía un mínimo de bienestar para todos. Para él, la segunda riqueza nativa, el petróleo, no debía seguir el camino de la primera, la tierra, apropiada ilegítimamente por los beneficiarios del Régimen; en los Territorios Nacionales, recuperó áreas cedidas a empresas particulares, pero fracasó en obtener la nacionalización del subsuelo, la exclusividad de la explotación por la Nación y la anulación de todas las concesiones otorgadas, pues el Senado de mayoría conservadora nunca sancionó sus proyectos de leyes. Al final de su mandato. Yrigoyen, en base a la Dirección del Petróleo de Comodoro Rivadavia, creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales y nombró a su frente al marino Capitán Felipe Fliess, que se hallaba en actividad. La empresa poseía una pequeña refinería en Comodoro Rivadavia y su gestión no pasaba de la calificación de regular. Los problemas derivados de la Primera Guerra Mundial, le originaron a Yrigoyen una crisis económica donde la falta de los combustibles necesarios para las actividades económicas se hizo notar.”
En los primeros meses de su gestión presidencial, Alvear resuelve profundizar las políticas iniciadas por su antecesor y; sin abandonar la lucha legal - donde tampoco pudo con la oposición del Senado- enfocó el tema en el desarrollo de YPF. Asesorado por su Ministro de Agricultura Tomás Le Bretón –muy mal visto por los EEUU en especial por las molestias que les habían provocado las posiciones argentinas: neutralidad, igualdad de los estados, hispanoamericanismo y no panamericanismo, oposición a la Sociedad de las Naciones- Alvear tuvo la virtud de elegir al mejor de los militares para ponerlo al frente de YPF; impresionado por la gestión del Coronel, Ingeniero Civil e Ingeniero Militar Enrique, en la creación de la Aviación del Ejército –base la Fuerza Aérea, de la Aviación Civil y del consiguiente sistema nacional de interconexión aérea- lo designó al frente de YPF, manteniéndolo en actividad, aunque dependía del Ministro Le Bretón. Nace así una generación de “milicos empresarios” imbuidos de la convicción de que el petróleo era fundamental para tener una Argentina industrializada, soberana e independiente de los trusts internacionales del petróleo, que permitiera romper con la dependencia inglesa; para ello era necesaria crear una gran empresa estatal y nacional de petróleo. Lejos estuvo Alvear de ser un conservador pasivo, como sostienen algunos de sus críticos, pues en su gestión se sentaron las bases que permitieron la aplicación posterior de la sustitución de importaciones, como también se formaron los militares industrialistas que forjaron actividades básicas como el petróleo, la siderurgia, el desarrollo nuclear, la petroquímica, la industria naval, etc…”
“El éxito de esa operación cívico-militar que fue la creación, el desarrollo integral de YPF y la culminación exitosa de la primera etapa –la toma del mercado de los combustibles líquidos por parte de YPF el º1º de agosto de 1929, ya bajo la segunda gestión de Yrigoyen- la consiguiente “toma” de una Patagonia despoblada, en manos de extranjeros, “revolucionarios” anarquistas, y acosada por operaciones de inteligencia e espionaje chileno. Debe reconocerse entre sus principales gestores a Yrigoyen, Mosconi, Alvear y Le Bretón. Mosconi sostenía que los trabajadores de YPF eran “soldados civiles”.
“Tal es así que no sólo lo designó a Mosconi, sino que lo dotó de todo lo que necesitaba, dentro de un contexto donde el imperio naciente –los EEUU- nos vendía artículos industriales, pero nos vedada el ingreso de nuestras carnes: nacía la dependencia competitiva. La Standard Oil de New Jersey fue la herramienta penetradora utilizada. Alvear se alegró muchísimo al ascenderlo a general en 1925. Mosconi elaboró un plan para convertir a YPF en una empresa integrada vertical y horizontalmente, en base al modelo de la Standard Oil de Rockefeller, pero con otros fines, que requería de una amplia autonomía administrativa, que fue aprobado por Alvear en abril de 1923. El plan del General en actividad Enrique Mosconi abarcaba la perforación, el desarrollo, la construcción de muelles, instalaciones fabriles, abastecimiento de agua, buques tanques, usinas y, esencialmente, la construcción de una gran destilería. La concreción de esta gran obra, constituye uno de los dos grandes hitos en la Historia energética argentina; el otro es la construcción del primer gasoducto troncal entre Comodoro Rivadavia y Buenos Aires, entre los años 1946 y 1949, por parte de Gas del Estado –nacida de YPF- que fue una empresa creada por Perón y descuartizada y liquidada por Menem.

Alvear se entusiasmó con la construcción de la Refinería y junio de 1923 solicitó al Congreso la asignación de una partida especial que le fue denegada. En diciembre de 1923 resolvió, en consecuencia, autoriza a YPF a financiarla a través créditos de la constructora Bethlehem Stell de los EEUU y de Letras de Tesoro; contó también con la garantía personal sobre sus bienes de unos de los directores alvearistas de YPF, el Dr. Carlos Madariaga. Declaraciones falaces del máximo responsable de la Anglo Persian motivaron que el gobierno fogoneara su alejamiento del país. La Destilería de La Plata, fue localizada en Ensenada e inaugurada en 1915; era una de las más grandes del mundo y generó comentarios mundiales sobre la capacidad de YPF; actualmente, sigue siendo la más importante de Argentina y de América Latina. La empresa concretó un sistema de distribución en todo el territorio nacional y comenzó a generar la fabricación de equipos por parte de la incipiente industria nacional; por ejemplo, los surtidores celestes y blancos de YPF que comenzaron a poblar el país, eran de producción local. La obra colonizadora implicó la preparación educativa y técnica de compatriotas, especialmente de las provincias más pobres (las del NOA), que eran incorporados a la empresa, la que construyó pueblos y caminos, etc y creó líneas de transporte en zonas inhóspitas.
Al igual que Yrigoyen, Alvear no pudo superar la resistencia de las provincias, expresada en el Senado; incluso, inspirándose en el monopolio ideado por John D. Rockefeller, elevó un proyecto de ley donde, basándose en que a las provincias les resultaba más difícil discutir la competencia nacional en el transporte, reservaba para la Nación su prestación exclusiva. Lo preocupaba que las empresas extranjeras estuvieran expandiendo sus concesiones en las provincias del noroeste; los enfrentamientos en Salta alcanzaron alto voltaje; Mosconi comparaba las acciones de la Standard Oil con la de los realistas en la Guerra de la Independencia. Asó como en aquella época estaban los Corbalán y los Villafañe, hoy debemos soportar a los Romero, Kirchner, Sobich, Cobos, etc…”
“Como los Territorios Nacionales estaban bajo su jurisdicción e YPF necesitaba áreas para crecer, fundado en la Ley de Tierras, en enero de 1924, dictó dos decretos con sentido revolucionario: había que asegurar las reservas para YPF. Por el primero reservaba 33 millones de hectáreas para YPF en los territorios nacionales, sitas especialmente en la Patagonia. Por el segundo, ordenó una revisión exhaustiva de todas las concesiones otorgados anteriormente en la nueva reserva; en 1924 existían 7.236 que abarcaban8,2 millones de hectáreas y, en 1927 sólo quedaban 72 que abarcaban 73.000 Hts. La ocupación de las áreas revertidas provocó serios conflictos con las empresas concesionarias; son recordadas las operaciones del segundo de Mosconi, el Gral Alonso Baldrich, que operaba en uniforme del Ejército; algo similar realizó recientemente Bolivia. Los conflictos más duros se dieron en el caso de la Anglo Persian y la Standard Oil y la Royal Dutch-Shell. Los argumentos de las empresas y de sus gobiernos fueron similares a los escuchados en los casos de las anulaciones y nacionalizaciones dispuestas oportunamente por Arturo Illia, Evo Morales, Hugo Chávez y Lázaro Cárdenas: normas ilegales, contrarias al interés nacional, supresión de las inversiones, caída de la producción, etc. La realidad, es que en todos los casos en que los Estado recuperaron el manejo integral de sus hidrocarburos, les fue muy bien. A Alvear y Mosconi les fue estupendamente bien.
La creación de la Alianza Continental por parte de Arturo Orzábal Quintana en 1927 contó con el franco apoyo de Mosconi –quien designo en la misma al General Alonso Baldrich- y de Alvear; su objetivo era la defensa del petróleo nacional y el logro del alejamiento de los trusts internacionales que operaban en la República. La entidad era integrada, por patriotas, entre los que se contaba Moisés Lebenshon Los diplomáticos norteamericanos consideraban a la Alianza como una entidad comunista creada por la Tercera Internacional, pero esto no les cerraba porque estaba integrada por radicales alvearistas, que eran fervientes anticomunistas, siendo algunos de ellos directores de YPF. Las relaciones comerciales de YPF con la compañía rusa Iuyamtorg no contribuyeron a mejorar las relaciones con los EEUU.

Alvear y Mosconi decidieron que el conflicto con las compañias y especialmente con el gobierno de EEUU, no podía quedar encerrado en nuestras fronteras. De esta forma, el General en actividad, como lo era Enrique Mosconi, inició un viaje por América, donde fue muy mal recibido en los EEUU, pero fue recibido como un héroe en México , donde lo escuchó Lázaro Cárdenas; fue bien recibido en Colombia, Uruguay y Chile, no así en Perú donde el poder de la Estándar Oil era muy fuerte.
La continuidad en los aspectos esenciales de las políticas petroleras de Yrigoyen y Alvear, lo marca la continuidad y profundización de la misma en el segundo período de Yrigoyen. La primera etapa del Plan preparado por Mosconi y aprobado por Alvear culmina en 1929 con una espectacular rebaja de precios de los productos de YPF –conocida como la toma del mercado de los combustibles- que obliga a las privadas a seguirla. Irigoyen y Mosconi consideraba a ese hecho como la continuidad del 9 de Julio, ya que puede existir independencia política sin independencia económica, que era el logro obtenido a través de YPF por los gobiernos radicales. Se había acabado le vigencia del precio internacional impuesto por las multinacionales y el envío de fondos al exterior, y se había dado el primer paso para la captura de la renta petrolera para nuestro desarrollo y para la independencia integral de Sudamérica. De esa renta, disfrutada hasta 1989, nace la totalidad de la infraestructura hidrocarburífera, eléctrica, petroquímica y de transporte automotor y aéreo que disponemos en la actualidad. Las políticas privatistas implantadas por Carlos Menem y aún vigentes, al implicar la cesión de las multimillonarias rentas al capital extranjero, son las responsables de la falta de inversiones en infraestructura que padecemos.”
Cuando vemos que en la actualidad somos el únicos país en el mundo que ha cedido el manejo de sus hidrocarburos a los trusts internacionales del petróleo en la creencia que es una simple mercadería, y nos va muy mal, mientras que observamos que aquellos que copiaron el modelo estatal de la UCR centrado en YPF (Brasil, Venezuela, México, Uruguay, Arabia Saudita, Chile, Bolivia, etc…) fundado en el concepto de bien estratégico, las cosas le van cada vez mejor, debemos valorizar a aquellos compatriotas que lo hicieron posible. Sin dudas, entre ellos ocupa un lugar destacado Marcelo T. de Alvear. Conductas como las de Yrigoyen, Mosconi, Alvear y Le Breton deben inspirarnos para recuperar lo que nos pertenece. Buenos Aires, 22 de marzo de 2007. Gustavo A. Calleja Presidente”
S/ M. T. de Alvear, cfr Alen Lascano “Yrigoyenismo….”, p. 46. Las negritas son mías. Se justifica esta cita tan extensa por entender que se trata de un instante clave en la caracterización del pensamiento del doctor Alvear que, en definitiva, no apuntala a los antipersonalistas, sino que, además de preservar las instituciones, pone a salvo, en lo esencial, su lealtad con Hipólito Yrigoyen.
S/ M. T. de Alvear: cfr. “Yrigoyenismo…”, p. 47.
S/ M. T. de Alvear: cfr. Manuel Goldstraj, “Años y errores. Un cuarto de siglo de política argentina”, Editorial Sophos, Buenos Aires, 1957, pág. 62
S/ M. T. de Alvear: Tan es así que uno de los principales jefes del Ejército de la República Española, el general Vicente Rojo, le dedicó la edición de su libro “¡Alerta los pueblos!”, en prueba de afecto y reconocimiento por la solidaridad de la Unión Cívica Radical y de su presidente para con la democracia española.
S/M. T. de Alvear: corresponde señalar que Uberto F. Vignart, años después, se incorporó tempranamente al peronismo.
S/ M. T. de Alvear: cfr. Fragmentos de la carta del Dr. Francisco Loyúdice, publicada en el diario “La Nación”, de Buenos Aires, edición del 6 de octubre de 2005, pág. 20.
Este dato sobre Isaías Amado fue extraído de la obra de Carlos Giacobone y Edit Rosalía Gallo “Radicalismo bonaerense. 1891-1931. La ingeniería política de Hipólito Yrigoyen”, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1999, p.18

( El vocablo genuflexo fue una descalificación, utilizada por primera vez precisamente, por Tamborini, diputado antipersonalista, para referirse a los legisladores leales a los organismos de la Unión Cívica Radical. Esa es, obviamente, la razón de su utilización en este párrafo del Prof. Alen Lascano.
Es de Alvear, debe recordarse, ese tan injusto e inoportuno juicio de valor vertido en París, inmediatamente después del golpe: “Gobernar no es payar”, que tantas veces –y con razón- se le reprochó. Dadas sus posteriores expresiones, y especialmente los conceptos vertidos en el sepelio de Yrigoyen y toda su actuación cívica no cabe dudas que Alvear se arrepintió de aquellas palabras inoportunas.

Fuente: http://diccionarioradical.blogspot.com.ar/2007/09/alvear-dr.html

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