miércoles, 21 de marzo de 2012

Sobre rulos, reformas y reelecciones

Por Juan Carlos Arralde
La jugada es de manual de peronismo clásico. El gobierno agita el panfleto de la reforma constitucional con reelección presidencial para evitar una temprana como inoportuna interna por la sucesión de Cristina en 2015.

El pretexto formal es evolucionar institucionalmente hacia un modelo parlamentario eliminando el hiperpresidencialismo argentino. El motivo práctico es postergar el debate sobre la sucesión. La intención real es “Cristina eterna”.
Nada es imposible en el universo cristinista y todos los cañones de la “Brigada Brancaleone” estarán apuntando a ese objetivo, eliminando todo blanco móvil que se le oponga con algún viso de seriedad y aunque el “fuego amigo” deba sacrificar algún aliado o leal. No hay amigos en la faena de gobernar o de acumular poder, en el microclima y la psique de la Presidenta. La terminología bélica no puede ser mas adecuada para graficar el momento y el pensamiento de la señora, para quien la política es la continuación de la guerra por otros medios.
¿Es impensable una reforma constitucional? ¿Cuántas voluntades le faltan a Cristina para que el Congreso sancione la ley de necesidad de reforma? ¿Qué escenario se abre si en 2013 el oficialismo reitera los resultados de 2011 y se alza con una consulta popular que le dé luz verde para la iniciativa? ¿Es posible un Pacto de Olivos II con otros actores mas afines al “modelo nacional o popular” como el FAP de Binner y otros aliados tácticos ?
Las respuestas a estas dudas no son únicas. Dependerá del humor social, de las secuelas que deje el “ajuste” de los precios-tarifas-inflación, de la imposibilidad del peronismo no cristinista de construir un polo de poder alternativo y de una oposición que abandone su complejo de isla y conforme un bloque lo suficientemente fuerte para frenar con solidez el intento de perpetuarse en el poder.
¿Y qué decir de Urribarri en Entre Ríos? El Gobernador ha sido claro en su discurso de asunción al despejar toda duda respecto a que éste será su último mandato. Sin embargo y de obtener serias chances el plan nacional ¿podrá Urribarri vencer la tentación de permanecer en la Casa gris por otros 4 años, habiendo obtenido un categórico triunfo el 23 de octubre, con poder legítimamente ganado, sin tutelajes ni deudas políticas pendientes?
La situación entrerriana dista de ser similar a la nacional. El camino de Urribarri está mucho mas despejado de obstáculos que el de Cristina: el Senado le pertenece y Diputados está a tiro de cinco voluntades para obtener la sagrada ley. ¿Cuánto tiempo más durarán las resistencias del bloque bustista sin encolumnarse detrás del nuevo conductor del PJ? Es sabido que en el justicialismo –en lo que queda de él en el siglo XXI- el que tiene la caja conduce y el resto cierra filas. Por lo demás ¿cuál es el destino de Urribarri después del 10 de diciembre de 2015?
Preguntas sin respuestas aún, pero interrogantes con algún grado de seriedad.
¿Qué debiera esperar la gente de la oposición en Entre Ríos? Mínimamente, un horizonte de coherencia y uniformidad en sus posturas y eso se logra con una menor intensidad de la “interna eterna” y una mayor conciencia sobre el rol que le cabe.
La desorientación frente al escenario de un Gobierno que se ha dedicado a mostrar resultados, exhibir gestión y gobernar sin sobresaltos hace más responsable a la UCR –verdadero partido de oposición en la coyuntura- que al resto del archipiélago opositor, de mostrar ante la sociedad la existencia de un programa, una conducción y una idea de gestión.

Juan Carlos Arralde se desempeñó como Senador del Departamento San Salvador y como Convencional Constituyente. Integra el Comité Provincial de la UCR de Entre Ríos.-

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